Sabemos perfectamente que para controlar nuestros niveles de azúcar en la sangre, lo primero que debemos cuidar es nuestra alimentación. El azúcar y los hidratos de carbono deben limitarse a las porciones que nuestros profesionales de la salud nos han indicado para mantener estable el azúcar en la sangre. No obstante, investigadores han descubierto que los alimentos ricos en grasas también elevan nuestra glicemia, por ende también debemos cuidar su consumo.

La investigación, que estudió el efecto de las grasas en las necesidades de insulina, aclaró que el cálculo de la dosis de insulina no debe basarse sólo en el conteo de carbohidratos, ya que las grasas también pueden afectar la capacidad del cuerpo para responder a la insulina.

El estudio se basó en el monitoreo de siete personas con diabetes tipo 1, en donde un día se les hizo comer una comida rica en grasas y otro día una comida baja en grasas con la misma cantidad de hidratos de carbono. Los profesionales revisaron los niveles de glucosa en la sangre y la administración de insulina por el páncreas artificial en las 18 horas después de las comidas. El estudio demostró que los pacientes necesitaron un promedio de 42% más de insulina después de la comida rica en grasas que después de una baja en grasas. Incluso con la insulina adicional, los niveles de glucosa en la sangre fueron más altos de 5 a 10 horas después de la comida grasa. Esto nos indica que las grasas pueden interferir en la capacidad que tiene el cuerpo de responder ante la insulina.

Ya saben amigos, cuando vayan a consumir comidas grasas, tengan en cuenta que altera nuestra glicemia, por lo que recomendamos moderar su consumo.