Muchas veces escuchamos hablar sobre la resistencia a la insulina y síndrome metabólico ¿pero sabemos bien a qué se refieren ambos términos? Pues bien, te contamos que con ambas patologías debes tener mucho cuidado, ya que pueden contribuir al inicio de una futura Diabetes.
Resistencia a la insulina
La resistencia a la insulina (también conocida como hiperinsulinemia) es una deficiencia metabólica genéticamente determinada en la que el cuerpo no puede utilizar la insulina de forma eficiente.
En el metabolismo de una persona normal, las concentraciones elevadas de glucosa estimulan al páncreas para que libere una hormona llamada insulina. A su vez, las células efectoras del cuerpo, ubicadas en el hígado, músculo y tejido adiposo, poseen receptores que al unirse con la insulina permiten el ingreso de glucosa a la célula y, por consiguiente, la producción de energía. Sin embargo, en una persona con hiperinsulinemia, la insulina no es capaz de contactar adecuadamente con el receptor. Esto genera un círculo vicioso en donde el páncreas sigue emitiendo cada vez más insulina, la que después de un largo tiempo se agota pudiendo ocasionar Diabetes Mellitus.
Este cuadro también es el causante de otras enfermedades como hipertensión, dislipidemias, aumento de colesterol, hígado graso (componente importante del síndrome metabólico), entre otras. Es por esto que es importante que quienes tengan familiares con este cuadro, o que nunca se hayan hecho exámenes para conocer sus niveles de azúcar presentes en la sangre, consulten con un especialista, de preferencia endocrinólogo o diabetólogo.
Diagnóstico:
La resistencia a la insulina no presenta síntomas para poder detectar su presencia, sin embargo se puede diagnosticar con una prueba de tolerancia a la glucosa con insulinemia, o curvas de glucosa e insulina para medir los niveles de éstas en la sangre.
Tratamiento:
En primera instancia el tratamiento es de orden no farmacológico, por lo que las recomendaciones son las siguientes:
- Realizar dietas hipocalóricas ajustadas a la condición del paciente, de más menos 20 calorías por kilo de peso, con un bajo aporte de fructosa que se considera marcador de la insulinorresistencia.
- Integrar a la dieta ácidos grasos monoinsaturados como aceites de oliva, paltas y aceitunas.
- Realizar ejercicio controlado y programado por un profesor de gimnasia y/o kinesiólogo tres veces a la semana.
Síndrome Metabólico
Se origina por un conjunto de enfermedades asociadas a desórdenes metabólicos (donde un paciente no logra procesar una determinada enzima u hormona, un ejemplo de esto es la insulina: el paciente no logra convertir la comida en energía para el cuerpo). Si esta enfermedad se junta con otras, genera más daño que si se presentara sola, aumentando el riesgo cardiovascular y de diabetes.
- Obesidad central.
- Dislipidemia (alteraciones de las concentraciones de lípidos sanguíneos, por ejemplo, colesterol alto).
- Presión arterial elevada.
- Hiperglicemia (exceso de glucosa en la sangre).
- Niveles de triglicéridos (grasa) elevados en la sangre.
Estas son enfermedades que componen el síndrome metabólico. Si una persona presenta 3 de los factores de riesgo mencionados, se le puede diagnosticar el síndrome. Si bien también hay factores como la edad y antecedentes familiares que también inciden, se ha establecido que la mala alimentación y la falta de ejercicio son sus principales causantes.
Síntomas del síndrome metabólico:
Generalmente los pacientes no presentan sintomatologías y se sienten saludables. Sin embargo se puede realizar un diagnóstico con un examen clínico, en donde se revisan manchas oscuras en la piel, a nivel de cuello y pliegues axilares umbilicales-abdominales, además de la evaluación de un examen físico en donde se mide la cintura para establecer la cantidad de grasa abdominal.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
- Genética.
- Exceso de grasa (sobretodo alrededor de la cintura).
- Falta de ejercicio.
- Se relaciona principalmente con la insulinorresistencia, es decir, cuando el cuerpo requiere más insulina de lo normal para funcionar y conservar los niveles de glicemia dentro de los rangos establecidos. Con ella, se altera la función hepática y el índice de ácidos grasos en la sangre, siendo la base fisiopatológica del síndrome.
Tratamiento:
- Cambiar el estilo de vida con el fin de disminuir el riesgo cardiovascular y diabetes.
- Disminuir la ingesta de grasas saturadas o de origen animal y azúcares. Aumentar el consumo de frutas y verduras.
- Realizar ejercicio con el fin de que el paciente disminuya de peso e índice de masa corporal.
- También existen tratamientos con fármacos, pero eso depende de cada paciente y de qué patologías presente.
*Para diagnosticar el síndrome metabólico se debe considerar:

Fuente: Clínica Santa María
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