Las personas diabéticas en general sufren dos tipos de complicaciones a largo plazo. Por un lado está el deterioro de los vasos sanguíneos pequeños de la retina, riñones, nervios (complicaciones microvasculares), que se manifiestan como pérdida de visión, insuficiencia renal, pérdida de sensibilidad y dolores crónicos de manos, piernas y pies, deformidad e infección de los pies, entre otras. Por otra parte están las complicaciones de vasos sanguíneos de mayor tamaño (complicaciones macrovasculares) que se manifiestan como enfermedades cardiovasculares que se traducen en infartos al corazón y accidentes vasculares cerebrales.
Las complicaciones microvasculares son mucho más frecuentes en personas con un mal control de la glicemia y hemoglobina glicosilada por un periodo de tiempo prolongado. ¿Cómo prevenir estas alteraciones? Llevando una dieta saludable sin azúcares; cumpliendo con el tratamiento farmacológico indicado por el médico; realizándose controles periódicos.
Por su parte, las complicaciones macrovasculares se relacionan a otros factores como los niveles de colesterol en la sangre, niveles de presión arterial, tabaquismo, sedentarismo y peso. Una persona diabética, sólo por serlo, tiene un mayor riesgo de sufrir un infarto, por lo tanto, el control de los demás factores de riesgo debe ser tomado de manera seria y consciente. Es importante dejar de fumar; hacer actividad física (mínimo 150 minutos semanales a una intensidad moderada); no comer alimentos ricos en grasas trans y saturadas, como comida chatarra, frituras, lácteos enteros, carne de cerdo o vacuno rica en grasa; comer abundantes frutas, verduras y alimentos naturales para mantener un peso adecuado y controlarse la presión arterial.