Hay algunas personas que se la pueden pasar comiendo azúcar y no engordarán nunca. Tampoco desarrollarán enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes. ¿Cómo se explica esto? Simple, a través de la carga genética.
Existen genes protectores que impiden que una persona desarrolle una enfermedad determinada. Sin embargo, también existen genes facilitadores de enfermedades y hacen que algunos sean más propensos que otros a la hora de desarrollar tal o cual afección.
En el caso de la diabetes tipo 2, su transmisión puede estar favorecida por una predisposición genética múltiple que puede involucrar a:
- los genes de la obesidad.
- los genes de la diabetes.
- los genes del envejecimiento.
- los genes de sensibilidad a ciertos agresores externos, como los virus, los tóxicos, las vacunas y la alimentación.
Sin embargo, y pese a la importancia de los genes, la transmisión de la diabetes tipo 2 se hace, por sobre todo, por imitación, ya que la causa principal es la alimentación. Está científicamente demostrado que los malos hábitos alimentarios se transmiten de padres a hijos por «el ejemplo». La educación y las costumbres socio-culturales son responsables de crear estos hábitos.
Del mismo modo, la televisión, publicidad e industria alimentaria, son causantes de una alimentación rica en grasas saturadas y azúcares. Pese a esto, este tipo de influencias sólo traen consecuencias en aquellas personas que nunca recibieron educación nutricional. Esto nos lleva a pensar que cuando los padres comen mal, son los hijos los que asumen las consecuencias, y si en el ADN hay genes facilitadores, las posibilidades de contraer diabetes aumentan dramáticamente.
Si tienes diabetes tipo 2 y estás comenzando a cuidarte, será mejor que transmitas tus nuevos hábitos a tus hijos. Seguro que no querrás que desarrollen diabetes cuando sean adultos. ¡Da el buen ejemplo!