Si eres diabético te puede sonar familiar el examen de hemoglobina glicosilada (Hb A1c). Es común que las personas con diabetes, para evitar un llamado de atención por parte de su médico tratante, cuidan el consumo de carbohidratos los últimos días o semanas previos al control, porque la glicemia (nivel de azúcar en la sangre) se modifica de esta forma. Sin embargo, los médicos solicitan la hemoglobina glicosilada porque ésta es un indicador del promedio de glicemia en la sangre durante los últimos tres meses.
¿Cómo ocurre esto?
Nuestros glóbulos rojos (células de la sangre), contienen una proteína llamada hemoglobina, que es la encargada de transportar el oxígeno a nuestros tejidos y que es capaz de unirse a la glucosa que circula en la sangre de forma irreversible por tres meses. Por lo tanto, el examen de la hemoglobina glicosilada mide cuánta glucosa se ha unido a la hemoglobina en el último tiempo y permite objetivar el control glicémico a más largo plazo.
Además, se utiliza como parámetro para determinar cambios en el tratamiento y necesidad de insulina, ya que se ha demostrado que niveles altos se relacionan a mayor riesgo de complicaciones de la diabetes que afectan sobre todo a pequeños vasos sanguíneos de la retina, riñón y nervios. Su resultado se entrega como porcentaje, siendo el rango de valores normales van entre 4 y 6%, sin embargo, en pacientes diabéticos el ideal es mantener éste parámetro bajo 7%.