Viviendo con diabetes: Mi primera bomba de insulina | Diabelife

Viviendo con diabetes: Mi primera bomba de insulina

Nuestro amigo de Twitter, el periodista Sebastián Guajardo, que hace algunos meses nos contó cómo es convivir con una persona que tiene diabetes tipo 1 (en este caso, su novia de varios años), hoy nos relata las primeras experiencias de la pareja con una bomba de insulina:

Hace algunos meses llegó Dana a nuestro hogar, una bomba de insulina que prometía cambiarnos la vida y afectar positivamente todos esos pequeños detalles que en el día a día hacen de la diabetes una dulce condición… y así fue (:

Después de comprar la máquina vino un pequeño proceso de inducción al que yo no fui. Me tocaba aprender por chorreo todas las cientos de funciones, combinaciones y posibilidades que traía. Parecía un aparato tan tecnológico que, poco a poco, el respeto fue convirtiéndose en miedo.

Nuestra experiencia ha tenido varios altibajos, primero porque es inusual* ver a una persona conectada a este aparato 24/7 y que no se parezca (tanto) a las fotos de Internet. Luego, acostumbrarse a dormir con el asunto conectado, sacárselo para diferentes situaciones, tener que estar consciente siempre de que la aguja sigue adentro del cuerpo o que la manguerita puede obstruirse, cortarse o recibir un tirón si es que se lleva en el exterior. Me daba un poquito de pánico (y quizá todavía) darle un abrazo y pasar a llevar el catéter… lo mismo al momento de la intimidad. Era tema.

Pero yo creo que el aspecto que más afectó nuestro ánimo fue no ver los resultados de forma inmediata. Fue duro saber que los números no mejoraban y que la inversión parecía haber sido en vano, porque todos los amigos que usan bomba nos contaban que antes de un mes sus glicemias fueron uniformes y se olvidaron de las bajas. Nosotros no.

Se supone que el doctor que llevaba el caso era casi erudito, pero además de recomendar insistentemente un sitio web que detalla la cantidad de hidratos de carbono de los alimentos y de enviar vía mail o WhatsApp una tablita con la modificación en los índices según el ideal, tengo la impresión de que no fue mucho su aporte. Decidimos tomar las riendas del asunto y acudir a la doctora de siempre como apoyo… y de verdad la situación mejoró.

Este aparatito es un gran aliado pese a que aún no la entiendo del todo y de que trato de meter mis manos de forma lenta pero segura en temas como el relleno de insulina o los muchos cruces que se pueden programar para el suministro diario. Hemos visto cómo las glicemias ¡POR FIN! encontraron un promedio aceptable en el que suelen mantenerse y, entiendo, que otros ítems, como los niveles de Hemoglobina, se estabilizaron dentro de los rangos aceptables (y digo rangos aceptables porque en nuestro caso, el nivel de Hemoglobina es un poco “personalizado” y no responde a los estándares).

Y claro, visto desde afuera, es reconfortante saber que la Dana le entregó cierta independencia en los temas relacionados con el día a día, como salir por ahí sin estar preocupado del estuche con los lápices de insulina, el tener que recibir varios pinchazos durante el día y con dosis más exactas, la flexibilidad en los alimentos y los horarios en que se ingieren y en el estilo de vida en general.

Si me preguntan a mi, yo recomiendo a ojos cerrados el uso de la bomba. Sé que no es una opción barata y que no todos tienen acceso a ella, pero mantengo la esperanza de que continúen las campañas que hemos visto para que se incluyan en el AUGE, por ejemplo.

Creo también que es bueno continuar siempre con el mismo doctor y que sea él/ella quien se haga asesorar por los expertos, de forma que la atención profesional sea más humana y personalizada según la realidad y las necesidades de cada uno. Y por supuesto que la decisión debe ser tomada en conjunto con el médico.

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